El sábado pasado acudimos mi madre y yo a un taller de encuadernado belga que ofrecía La Casilda, una tiendita en Vitoria de lanas y telas de patchwork.
Empezamos eligiendo las telas que íbamos a usar, encolamos y montamos las tapas y terminamos cosiendo todos los librillos de forma manual. Las tres horas del taller se alargaron un poco, ¡pero se nos pasó la mañana volando!
El resultado es éste. Lo bueno de este tipo de encuadernado es que las hojas no se despegan, porque no van encoladas, sino cosidas al lomo. Y sobre todo, lo que más me gusta es que la tapa frontal se abre completamente, muy útil cuando no puedes apoyar tu cuaderno sobre un soporte rígido.
Como cogimos un montón de apuntes, y viendo el montonal de telas de patchwork tengo por casa, creo que no será el último que haga. Aunque lo complicado ahora es pensar cómo llenarlo...
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